HAZLO TUYO. 🇪🇸
¿Sabéis lo que es un “kalà”? Mi maestra del jardín de infancia a menudo escuchaba decir: “¿Maestra, hagamos un kalà juntas?». Solo puedo imaginar su cara pintándose de extrañamiento, el mismo que ahora veo en los ojos de mis padres cuando, por error, en videollamada, me escapa alguna palabra en español.
Mi nombre es Ilarja, tengo 25 años y he vivido mi vida un poco aquí y un poco allá. Creo que mi amor por los viajes, los idiomas y por las diferentes culturas deriva precisamente de la emigración que mi familia y yo hemos enfrentado. Yo era muy, muy pequeña cuando desde el ojo de buey del barco vi mi tierra — Albania — volverse pequeña, alejándome para dar espacio a mi nueva vida en Italia. Pero recuerdo muchas cosas: recuerdo que mis padres pasaron por todo el proceso de adaptación y adquisición del nuevo idioma, construyendo su propia vida de nuevo, en un país que no era el suyo. Y recuerdo que la maestra de jardín de infantes realmente luchó por entender que era ese “kalà” del cual siempre le hablaba. Hasta que un día, hablando con mis padres, se entendió: quería hacer un castillo de arena.
En la vida he tenido muchos kalà: incluso ahora que soy adulta y hablo ambos idiomas con fluidez, empiezo una oración en italiano y pongo algunas palabras en albanés o viceversa; no porque no las sepa, sino porque mi mezcla de idiomas representa lo que soy: una mezcla de diferentes culturas, idiomas, mentalidades, alimentos, perspectivas. Es algo que se volvió natural. Es quién soy.
Crecí mirando las cosas desde diferentes puntos de vista, porque, por mucho que me haya adaptado al estilo de vida italiano y por mucho que me sienta italiana, no puedo olvidar mis raíces albanesas. Y la verdad es que ni siquiera quiero: ser bilingüe y bicultural es una riqueza que pocos tienen la suerte de tener y que con el tiempo he aprendido a apreciar y valorar cada vez más.
He dedicado mi vida a los idiomas: entre el inglés, el alemán y el ruso he enriquecido mi bagaje cultural. Años y años sobre libros de gramática que, aunque importantes, no son suficientes. El idioma está vivo. Y tenemos que vivirlo. Escuchas, repites, te equivocas, vuelves a escuchar y repites de nuevo. Olvidas, escuchas nuevamente muchas veces y repites tantas. Hasta que el idioma se convierte en tuyo, hasta que lo sientes por dentro, hasta que, por error, en una videollamada con tus padres te dejas escapar un “bueno”. Siempre he tenido un amor por el español, por sus canciones, por sus playas y por su vida loca. Y fueron mi curiosidad y pasión las que me empujaron hacia este idioma. Pasó por casualidad y naturalmente: viendo series de televisión en español, cantando las canciones de Maluma y Enrique Iglesias en la ducha, tratando de expresarme con amigos españoles y latinos, me encontré en unos meses leyendo libros de autores españoles en original, teniendo largas conversaciones en español, escribiendo y pensando en español. Sin libros de gramática. Porque un idioma no se estudia, se adquiere, se vive. El idioma es cultura, es comida, son modismos, es jerga, son personas, son hábitos. El idioma no es puramente sujeto, verbo y complementos.
Es sentimiento, es pasión, son gestos, son formas de hacer. Un idioma es mucho más que una forma de expresarse con personas de diferentes países. Escucha, repite, comete un error. Vuelve a escuchar y repite de nuevo. Hazlo tuyo. Deja que entre en tu alma.
Desde hace unos meses me he mudado a Barcelona, una ciudad que nunca duerme, donde cada día se siente como una fiesta y, seguramente, una de las ciudades más multiculturales que he visitado en mi vida. Sigo aprendiendo el idioma, cada día descubro una nueva forma de decir que no conocía, una expresión catalana o ecuatoriana o peruana o colombiana. Estoy rodeada de hispanohablantes que enriquecen mis conocimientos lingüísticos y, sobre todo, mi vida todos los días: la multiculturalidad que caracteriza mi cotidianidad en este momento alimenta mi alma.
Todavía tengo mucho que aprender: cada vez que voy al supermercado aprendo el nombre de un nuevo alimento, cada vez que veo a mis amigos aprendo una nueva expresión de jerga o una nueva forma de decir: todo esto no se encuentra en el vocabulario, los libros de gramática no te lo enseñan. El contacto con el idioma lo hace. Os habla una persona que esta enfrentando a su segunda emigración: no abrí los libros, abrí mi corazón al idioma y a su cultura.
Escucha, repite, comete un error. Vuelve a escuchar y repite de nuevo. Hazlo tuyo. Deja que entre en tu alma.
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Author: Ilaria